Emprendimientos Culturales

Poder encontrar hoy en una misma frase asociados los términos “Cultura y economía” es el resultado de mucho trabajo, investigaciones y estadísticas que han demostrado a lo largo de las últimas décadas, que la economía ya no se entiende sólo por el capital, la tierra y el trabajo, sino por la importancia de otros factores productivos como la creatividad, la organización, la información, el conocimiento, la comunicación y la conectividad, y es entonces que la economía de nuestros días,  ha ganado nuevos términos tales como “nueva economía” o “economía creativa” (Venturelli, 2003). 

“La economía creativa surge justamente como reacción a un mundo en el cual los productos y servicios están cada vez más estandarizados. Con esto, la creatividad humana pasa a ser reconocida como activo económico fundamental” (Fonseca Reis)

La economía creativa representa un nuevo modo, para emprendedores de la Cultura, de considerar la gestión de recursos y la retribución de beneficios económicos, sociales y culturales. Son los emprendimientos culturales los que utilizan la creatividad como activo económico diferencial, generando fuentes de empleo y valor agregado a la producción, el “diferencial” que le aporta este sector a la economía.                                                                                                                   

Un Emprendimiento Cultural es un modelo empresarial que promueve la creatividad artística, debe buscar que los emprendedores desarrollen todo su potencial productivo en las diferentes cadenas de valor de las industrias culturales, así como los artistas, creativos, productores, gestores y organizaciones culturales comunitarias, para fortalecer todos los eslabones y actividades transversales. Ahora bien, como del dicho al hecho hay largo trecho… lo que debemos poder hacer como Emprendedores culturales, sin perder el amor y la pasión por lo que hacemos, es ver nuestro Emprendimiento como un negocio, y como tal, someterlo a interrogantes sobre prácticas concretas. Pasar nuestro proyecto por un modelo de negocios es la clave para analizar su sostenibilidad y la de los recursos involucrados. La creatividad y su correcta gestión, de la mano de un análisis con matriz de negocio, se convierte en una puerta de acceso para aquellos emprendedores que buscan la diferenciación en sus producciones para proyectar crecimiento. Pensar en una alternativa de lo singular, lo simbólico y lo intangible es pensar en la economía creativa como estrategia de diferenciación y desarrollo, desde pequeños proyectos locales a grandes emprendimientos con alcance nacional. La formación y el acompañamiento de quienes estén interesados en llevar adelante sus producciones es fundamental para la creación de emprendimientos socio-culturales y artísticos viables. 

La cultura como forma de anclaje de la singularidad de una ciudad y su contribución económica

La economía creativa tiene tanto valor cultural como comercial. El reconocimiento de este doble valor ha llevado a los gobiernos de todo el mundo a expandir y desarrollar sus economías creativas como parte de las estrategias de diversificación económica y los esfuerzos para estimular el crecimiento económico, la prosperidad y el bienestar. Por esta razón, este sector se reconoce como un activo contribuyente al producto bruto interno de los Países, estimulando la innovación y la transferencia de conocimiento en todos los sectores de la economía y es indispensable para fomentar el desarrollo inclusivo. En la economía creativa, la generación de riqueza depende de la capacidad de crear contenido creativo y convertirlo en bienes o servicios que se puedan comercializar y distribuir en el mercado local, adquiriendo escala nacional y en el exterior.

La creatividad es un recurso intangible asociado directamente al conocimiento y al acervo cultural que poseen los individuos y las sociedades. Es un recurso que no se agota, no es escaso, no contamina y cualquier comunidad puede utilizar como factor de producción económica, siendo sus Valores principales el valor económico, la Innovación, el Valor social y su Valor Sostenible. Eso ha posicionado a la economía creativa como un motor de desarrollo económico y social deseable para la sociedad contemporánea.

El arte y la cultura son componentes y vías para lograr el disfrute espiritual, promover la identidad nacional o corporativa, y desarrollar capacidades de distinta índole en quienes participan en ellas como espectador o como protagonista.  

El emprendimiento cultural, como un instrumento loable para transformación social, permite el surgimiento de barrios, ciudades y lugares donde se concentra el ejercicio por la innovación y experimentación. 

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